Susurros entre pétalos y humo: El corazón perfumado de Carol Belli

En perfumería, hay momentos que irrumpen en las habitaciones y otros que se posan con delicadeza sobre la piel. La obra de Carol Belli pertenece a esta última categoría. Su colección se siente como un suave suspiro, un recuerdo que se despliega, el aroma de pétalos al amanecer o brasas que brillan en una oscuridad aterciopelada. Lo que crea no es solo perfume, sino quietud, espacio y emoción.

Carol inició su trayectoria en un mundo marcado por la química y la curiosidad. Estudió farmacia y bioquímica, y posteriormente trabajó cuatro años como evaluadora de materiales aromáticos. Esta experiencia le proporcionó las herramientas necesarias. En 2023, ingresó en la escuela de perfumería de Givaudan, donde emergió con ideas innovadoras y una intuición excepcional sobre cómo el aroma puede convertirse en narrativa.

Sus primeras obras ya son fascinantes. Por ejemplo, la fragancia Buddha Blend para Les Liquides Imaginaires evoca la imagen de un incienso meditativo mezclado con cáscara de cítricos y maderas cálidas. Otra, titulada Upcycled Mandarin, reinventa la mandarina brillante con dinamismo y profundidad.

Lo que me encanta del trabajo de Carol es cómo combina los contrastes con naturalidad. Hay luminosidad y claridad, y también sombras y misterio. Sus fragancias son universales: no hay distinción entre el día y la noche, ni reglas sobre cuándo usarlas; simplemente se funden contigo.

Imagínate: una fragancia se abre con un destello de cáscara de mandarina, brillante y viva como la primera luz que roza un vaso de agua. La inhalas y te sientes fresco. Luego, se transforma en suaves notas florales —gardenia, quizá un toque de jazmín— que flotan como un suspiro. Debajo de todo, yace una madera cálida, sutil pero presente. Esa es la clase de historia que Carol cuenta. La luz se convierte en textura. El tiempo se convierte en presencia.

En otra creación, podrías descubrir la brisa marina, la madera flotante, un toque de cardamomo: es marítima, es sutil, pero guarda un secreto. La usas en las tardes en que te detienes, cuando te sientas junto a la ventana y escuchas algo más allá del sonido. Y el aroma permanece. No estridente, pero sí perceptible.

También posee la habilidad de evocar alegría sin excesos. Una fragancia que conversa contigo en lugar de imponerse. Un aroma a pétalos que caen, a risas en un jardín, a algo elegante y natural. Carol no recurre a trucos. Su obra se centra en la emoción. En la resonancia.

Su paleta ya abarca cítricos, maderas, flores y resinas. Pero no se limita a un solo género. Percibo en su colección un sinfín de posibilidades, no para una sola personalidad, sino para múltiples estados de ánimo. Te ofrece un armario de fragancias para combinar en capas. Para el amanecer, para leer bajo un rayo de sol, para pasear entre las luces de la ciudad.

Lleva uno de sus perfumes y te sientes vista. Te sientes envuelta por algo que no es un adorno, sino un acompañamiento. Se mueve contigo. Evoluciona en tu piel. Respira con tu momento. Y eso, en mi opinión, es excepcional.

Más allá de los frascos hay historias. La historia de alguien que aprendió el lenguaje de las moléculas y luego escuchó lo que sentía. La historia de alguien cuyas creaciones son jóvenes pero llenas de alma. La historia de un aroma que trasciende las modas y se adentra en la memoria.

Si buscas una fragancia que refleje más un estado de ánimo que un estatus, que transmita una sutil elegancia en lugar de una presencia imponente, entonces esta colección de Carol Belli es para ti. Invita al tacto. Invita a la atención. Te invita a sentirla.

En este mundo suyo encontrarás claridad y misterio. Encontrarás suavidad y estructura. Encontrarás un perfume que te acompaña, no porque lo exija, sino porque te pertenece.

Deja que se adhiera a tu piel. Deja que te acompañe. Deja que respire con tu respiración.